lunes, 25 de julio de 2011

En vez de patear un fútbol porque no prueban con una bolsa de euros

Con la celeste bebiendo otra copa y festejando al ritmo de los tambores en las playas de Valizas o de Cabo Polonio, repasé los jugadores de esta Copa América (que acaba de irse en Buquebus) que había visto desde la tribuna sin los mediadores de la radio y la TV, que no paran de vender figuritas que después en la cancha no sé si les daría el cuero para ponerse la camiseta de Abramo, de Huracán de Guatraché o del Deportivo Alpachiri.
En Brasil, Lucio es un cacique amazónico que sabe cómo manejar el partido aunque no pudo enderezar el andar de los niños firuleteros de la ofensiva verdeamarelha.  Es bueno, temperamental e impasable.  En el opuesto –por intrascendente- está ese muchacho que juega en el Milan, que levanta suspiros en las bellas jovencitas brasileras pero que en la cancha siempre anda dando saltitos con la “puntita” del botín.  Yo creo que si a Alexandre Pato lo agarraban en su época los dos zagueros que tenía Bernasconi, el “Polo” Doba y el “Toti” Bisterfeld lo levantaban en el aire y no le dejaban tocar una pelota.  No me explico cómo es el nueve del Milan, un puesto en el que por ejemplo jugó Marco Van Basten (Para los más chicos busquen en youtube el gol que hizo Marco en la final de la Eurocopa 88 jugando para Holanda frente a URSS).
También vi a Venezuela, a México, a Paraguay y a Perú.  De todos esos equipos se vio algo interesante en Vargas el peruano que jugó en Colón en Argentina y que una vez con la camiseta rojinegra metió un lindo gol después de hacer tres o cuatro sombreritos.  Años después me encontré con un jugador formado, con actitud, que se hizo cargo de llevar la camiseta de un país pero estuvo solo el rato que lo vi porque Paolo Guerrero, el goleador de la Copa, estaba en otra y cuando se acordaba que estaba en la Copa corría y hacía algo ((es cierto fue el goleador y los medios lo están cotizando en bolsa pero está europeizado y no lo veo así sólo porque me quedo la anécdota de mis amigos peruanos del humilde barrio de Altos de San Lorenzo en las afueras de La Plata que se hicieron un largo viaje en colectivo hasta San Juan para ver a su selección contra Uruguay en el primer partido y luego por casualidad se encontraron con el plantel peruano a la salida del hotel y Paolo Guerrero se hizo el “sobrado” a la hora de concederles una foto, lo digo también porque lo vi en la cancha borrándose cuando al tipo le da el cuero para agarrar la pelota e ir al frente en cada uno de los partidos que juegue)).  Contra Uruguay empezó a jugar después que lo echaron a Vargas.
El resto nada.  Ni Haedo Valdez, ni nadie.  Lucas Barrios, sin palabras. Giovanni Dos Santos, algo.  Hicieron todos su aporte para completar mi idea: El fútbol se ha vuelto un negocioLa TV necesita crear figuritas para tener más televidentes y para tener más empresas que publiciten.  Les cierra a todos menos a la gente que espera ver grandes jugadores y grandes jugadas y no hay nada de eso.
Uruguay fue el equipo más amateur.  Con Luis Suárez, lejos el mejor de la Copa, jugando para el equipo.  Un conjunto que deja salir al rival hasta mitad de cancha y muerde en todos los sectores y cuando saca la pelota arriba está este nueve que las aguanta todas y hace salir a su equipo.  Así es como el cinco aparece allá arriba o el tres o el cuatro suben como si fueran jugadores del Barcelona.  También la revientan sin amedrentarse como si estuvieran jugando en la cancha de Abramo y la mandan al campo del fondo.  Eso es parte también del desarrollo de un partido.  Tiki tiki-pum para arriba-planchazo-codo en la nuca en un corner-gritos al árbitro-nariz con nariz contra el rival-cañito a la pasada-cabezazo en ofensiva-corner bien tirado.  Un buen equipo tiene que saber hacer todo, Uruguay lo hizo.
Igual no me conformo y sigo firme en la idea del fútbol-negocio. 
Lo que daría por poder ir a la cancha a ver a “Kuhn” Olmedo con la camiseta del globo o al “Hormiga” en la reserva de Huracán o a este equipo de Unión de Campos que parece que va para adelante y pone la nariz en el arco contrario.  O al maduro y sereno Villa Mengelle, que es el Uruguay de la Copa América.  O a la “Verde” de Bernasconi y porque no al “Burgue”Ir a ver a esos jugadores que todavía conservan las ganas de jugar a la pelota sin cobrar un mango, que entran a jugar en cualquier cancha así sea de buen césped o sea un campo arado, que dejan todo por la camiseta y también dejan todo por los tres o cuatro hinchas que hacen malabares para hacerles sentir lo mejor posible.  Brindo por ellos.

Por Julio César Santarelli

2 comentarios:

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