sábado, 21 de julio de 2012

Hinchada hay una sola

Dice en sublimes palabras don Eduardo Galeano que “una vez por semana, el hincha huye de su casa y asiste al estadio... rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música”.

Somos hinchas, aún pudiendo ser tantas cosas a la vez, como cualquiera, pero nos despojamos de todos nuestros otros ropajes, pintando nuestros cuerpos del  mismo color que el corazón.

Domingo. Pitazo inicial. Los nervios de punta ya no se calman con nada que no sea la redonda muriendo en su ley, rodando, mansa, a la red, ahogando la pena en un grito uniforme, lleno de la cuarta de las bocales.

Está la bocal extendidísima, y está la maestra de quinto, de hace tantos años. Están sus hijos, los nietos de la de sexto también, están los amigos, y los otros también.

Están los que jugaron alguna vez, y los que no también. Está aquel malogrado puntero derecho, “sobrino” de mi vieja, con lagrimas en los ojos, que asoman como pidiendo permiso para caerse ante tanto espectador. Y está su viejo también, si el que un día me dijo “Perico” para siempre. Y están las madres de los pibes que idolatran, y están las novias a ayer, las de hoy y las de siempre.

Están todos. Están los que están, y los que no están también. Si hasta me pareció verlo al viejo, y a los viejos de tantos otros, colgados del alambre, como cuando a sus hijos nos tocaba estar del lado de adentro de la línea de cal, y creo haberlos oído unirse en alguna puteada cuando el silbato sonó para el otro lado.

Hay un partido también, pero no se si importa. Porque estamos todos, los de adentro y nosotros, jugando juntos. Hay un partido, y “partidos son partidos” decía un viejo relator, y a veces se gana, y otras tantas no.

Y cuando no se gana, alguno reprocha alguna pifia, a otro se le escapa algún insulto, un a veces tímido malestar ante la impotencia de no poder saltar el alambre a dar aunque sea una mano, ante la inutilidad de nuestras patas.

Todos, en la misma, con dolor primero, con el temple exánime después, con la tristeza que parece ser irremediable a flor de piel. Porque hay un resultado, y no parece ser el mejor.

Pero así es este juego, el más bello de todos, capaz de llevarnos en diez escasos minutos desde la más triste penumbra a la cúspide del paroxismo, orgásmico si se quiere, que un triunfo agónico nos depara.

En un segundo todo estalla, la tristeza se vuelve sonrisa, el silencio se vuelve canción, el frío se va con abrazos, y la garganta le grita tibia a esa camiseta que “estamos con vos”, pero ya sin voz.

Siento que en ocasiones el juego nos hermana. Cuando niños, la pelota nos hace cómplices fraternos de todos los pibes del barrio, del pueblo mismo, en la calle, en el campito. Luego la cancha, la camiseta, la pasión, nos siguen hermanando, con las diferencias intactas, con toda la vida a cuestas. Ser hinchas también lo hace, aunque sea por estos fugaces noventa minutos.

Domingo. Pitazo final. Cuando todo acabó, y después de que las lagrimas se le piantaran aún sin su explícito permiso, decía aquel simpático puntero, que todo lo que venga después será de yapa. Pienso que ya le alcanza con lo de esta tarde gélida, que nos hizo doler los huesos, pero vibrar los corazones. Tal vez tenga razón, pero tal vez el viento no pudo llevarse nuestro sueño, y querremos mas, siempre mas, porque de eso se trata el juego, y la vida misma.

Mientras, los días pasan, mansos, pero no se si quiero que llegue el próximo domingo. No es por temor, ni por exceso de confianza, ni por mi aborrecimiento por el paso del tiempo, sino porque, sea cual fuera el resultado, tengo la hermosa sensación de que nada va a igualar lo vivido…

Por Perico Perez Araujo

6 comentarios:

  1. muy bueno perico, me desvelé en un pueblito en medio de la selva por una procesion de 8 personas que paso con una virgen cantando a las 5 de la mañana, puse el disco The Division Bell y me puse a leer de que iba el texto...muy bueno, linda energía ese domingo

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  2. calido elogio amigo. gran abrazo. Perico

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  3. piel de gallina! muy lindo perii! nos vemos mañana? suertee!

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  4. muy bueno loco! mucho sentimiento, me encanto

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  5. Me siento un admirador de Galeano, lo poco que lei me encanto, asi que me gusto la introduccion y todo el texto, muy bueno.

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  6. Es muy pero muy buena Perico. En un momento noté la melancolía de ponerse viejo jaja... Me hiciste entrar en el tiempo y espacio con tu relato, mejor que ver una peli en 3D.

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