Plato del Día en Restaurante Cataluña

“¿Y ahora qué hacemos?”. Fue la pregunta que se escuchó al unísono apenas el referí inglés nos paró la pelota.

Se fue otro Mundial y empezamos a sacar cuentas cuantos años tendremos en el próximo, imaginamos como puede llegar a cambiar la savia y pensamos en la nueva cosmografía que vendrá… “capirinha, Marisa Monte, samba, Roberto Piva, playa, Wally Salomao, bossa, Carlinhos Brown, risas”… “Maracanazo”.

Ayer, luego de los láser enviados por los Dioses Zulúes, tras la entrega de la Copa de parte de Cannavaro como si fuera un ladrón arrepentido, en seguida de la aparición de Jimmy Jump el hombre que encontró su razón de ser interrumpiendo espectáculos del viejo mundo y tras la presencia de San Mandela en carne y hueso y con la sonrisa estampada hasta la eternidad… después de ello… rodó la Jo´bulani.

Jugaron el fútbol de Free-shop de Holanda frente al Restaurante Español. En los primeros minutos de juego, las principales ofertas en el local holandés eran las palas, los picos, las cadenas, los candados y las tijeras. En el “Restaurante Cataluña” la comida estaba servida pero se iba enfriando poco a poco.

Holanda fue inteligente y pragmática, España parecía un poeta miliciano de la Guerra Civil Española… firme a sus convicciones, dejando la vida por el toque.

Holanda organizó un grupo de tareas encargado de cortas las líneas telefónicas de los españoles: “tres toques-comunicación y hay que censurar sea como sea, pase lo que pase” –le dijo Van Marwijk a sus dirigidos-.

El principal responsable del “Día del Tijeretazo” fue Van Bommel, que la noche anterior le prendió una vela a San Blas Giunta y rezó una plegaria en honor a aquel Vikingo de la Ribera.

Holanda apostó inteligentemente al corte del circuito español y se dejó librado a la fuerza por derecha del jugador más parecido al “Ruso” Néstor Ariel Prost de Huracán, Dirk Kuyt. También apostó al “Flecha” Robben que se pareció más al tibio mano derecha de Batman que a un jugador capaz de definir una final del mundo (aunque, es cierto, tuvo una muy clara y si entraba hoy todavía estábamos todos festejando vestidos de Hare Krishna). El único mago de la “Cebollita Mecánica” fue Wesley Snyder que, al no entender el lenguaje del libreto de Maradona en 1986, no pudo hacer más que lo que dibujó ayer.

Al final ganó la Revolución del Toque y los Extremos.

“Tocar es defenderse, tocar es abrir los espacios, tocar es además moverse, tocar es abrir el campo a lo ancho, tocar es poner los laterales como extremos, tocar es poner pelotas de gol, tocar es ser paciente, tocar es la religión de España” –dicen los graffitis en las calles de Asturias, Barcelona, Cádiz y Trobajo del Camino-.

A pocos minutos para el fusilamiento en la montaña de los arqueros reflejado siglos atrás en el óleo del aragonés Goya y con Holanda revoleando girasoles, orejas y pinceladas naranjas al aire como en los tiempos más locos de Van Gogh, Cesc Fábregas pesca una pelota en un muelle de Amsterdam y abre el balón para el próximo Monumento de Iniesta en alguna plazoleta de Barcelona (junto al Talón de Iker Casillas en el principal parque de Madrid), en ese momento se escucha en los cielos sudafricanos: “… por el Poder de Greyskoll!” y Stekelenburg –arquero holandés primo lejano de Skeletor- extiende el pie, tarde y en vano, la pelota se abraza a la red y España estampa una estrella en el pecho. Enhorabuena.

En ese momento, el Parlamento español declara con fecha 11 de Julio un nuevo plato nacional: Pulpo a la Gallega que recorre todos los restaurantes de la Madre Patria dónde se cocina el fútbol-toque. Fútbol que ayer tuvo frutilla-premio.

Por Julio Santarelli