Nuestro gran amigo y compinche Hernán Nikolaus, inspirado, encendido, ha decidido -como desde el primer momento- unirse a la campaña Potrero para Los Pibes, con la idea de que todos los vecinos que tengan un baldío sin uso lo transformen en una canchita de fútbol. Que vuelvan a surgir en los pueblos Estadios Barrio Moskú, Estadios de la Calle Olavarría, Estadios de la Canchita de la Iglesia, Megaestadio El Poli, Cancha del Barrio Instituto, Estadio El Pato, Canchita de Safenreider, Estadio Del Ferrocarril, Canchita de los Bomberos, Cancha El Cardo de la Laguna Guatraché, Estadio de la Cooperativa, Cancha de la Cantera...
LA BELLEZA DE LA VIDA EN UNA CANCHITA
En el año 93 la vida me llevo a Viedma, y me enfrento por primera vez con real crudeza con quien termino siendo una gran compañía, la soledad…
La ciudad era muy oscura sin mis amigos de siempre, sin mis noviecitas, sin mis viejos… solía pasar días enteros sin hablar con nadie, simplemente caminaba hacia el rio, un viaje de unos 50 minutos, y una vez en su orilla allí me quedaba contemplando el rio negro, y todo se volvía más oscuro…
Encontré mi ser contagiado de oscuridad, caminaba bajo una constante llovizna que embarraba las calles de los barrios.
Un cielo gris y barrios de barro…
LA PELOTA
El futbol me ayudo a que mi vida no se oscureciera aun mas, hasta llegar quizás a un sombrío final…
Comencé a salir los sábados a buscar potreros, recuerdo llevar una camiseta de boca, la parmalat, aunque ya no miraba mas futbol debido al borrón de Blas Giunta del club que en ese entonces era de mis amores…
Me había acostumbrado a ser hincha de boca, un club que nunca salía campeón, con una garra y una hinchada que brindaba un carnaval, en ese entonces ser hincha de boca era como ser hincha de un imposible, de una ilusión… con la llegada de Bianchi, boca paso a ser otra cosa, esa época coincidió con mi llegada a Córdoba, y me hice simpatizante de Belgrano, lo más parecido a aquel viejo boca que encontré…
Volviendo a mis sábados en Viedma, me empecé a arrimar a los potreros, como queriendo entablar una comunicación con alguien, tan lleno de soledad divagaba mi alma por aquel gris invierno de lluvia…
Sentado detrás de un arco, esperando que falte alguno para que se me invite a entrar, a veces con suerte otras sin, quedándome con las ganas de hablar a través de este juego, con ganas de saludar una pared, preguntar un relevo, discutir una pelota dividida…
EL CONDOR
En uno de esos picados un DT de un club de una villa, llamado El Cóndor, me invito a jugar para su equipo, y así fue como pase a formar parte del equipo titular, como segundo marcador central, allí también conocí al loco motoneta, veloz wing izquierdo, pero este personaje merecería un capítulo aparte…
Y así anduve muchas tardes, caminando perdido por los suburbios de la ciudad buscando la canchita donde jugaría la villa El Cóndor de visitante esta vez… con sonido metalero de fondo…
Así pase aquel invierno, en la mas brava soledad por mi conocida hasta ese momento, esperando los sábados, esperando comunicarme con extraños, con seres desconocidos, a través de un ritual de soledades encontradas, a través del futbol…
LA ESCENCIA DEL FÚTBOL
El futbol ha ayudado a que en ciertos momentos la vida se vuelva más soportable para la gente que anda a la deriva, también me ha ayudado cuando mas niño, en Guatraché.
Me permitió viajar, conocer y hacerme de amigos que hasta el día de hoy cuando nos miramos algún brillo en los ojos nos recuerda que hemos compartido un partido bravo, que hemos dejado todo por ganarlo, que lo hemos perdido, ganado, empatado, que más da, hemos compartido…
Allí radica la belleza y fundamentación del futbol, eso es lo que no debemos perder, debemos entender que es de vital importancia que en nuestro barrio halla una canchita, un potrerito, y si no lo hay debemos hacerlo, nuestros hijos, sobrinos, amiguitos pequeños, tendrán los más bellos recuerdos de ese pedacito de tierra que para ellos será un mundo mágico de amistades y compartires…
Lo mismo ocurre con nuestros clubes, y sus divisiones inferiores, debemos acompañar y apoyar esos espacios...
yo agradezco desde lo más profundo de mi alma a quienes hicieron posible que mi infancia haya transcurrido entre canchitas de futbol, sería algo muy sano devolver ese inmenso regalo a quienes ahora rompen zapatillas pateando sueños…
Por Hernán Nikolaus
què lindo amigo lo que escribìs, sè que sos un agradecido de las cosas buena, por eso no esperaba menos, muy cierto lo que decìs, que no se pierdan cosas tan lindas y que llenan el alma, como el futbol en una canchita inventada, hasta nosotras las chicas jugàbamos, me acuerdo de vos rondando algùn potrerito para ver si se armaba juego. Saludos! Mariana
ResponderEliminarque lindo lo que escribìs amigo!sè que sos un agradecido de las cosas buenas asì que no esperaba otra de vos, es muy importante que no se pierdan cosas tan buenas como las que genera el juego. Como no acordarme de vos recorriendo los barrios para ver si se armaba un futbol en alguna canchita inventada. Mariana
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